domingo, 16 de marzo de 2008

El ojo de Burri

“Las fotos y los libros pueden ayudar pero es la gente la que hace la memoria, de las cosas buenas y malas”, señala el fotorreportero René Burri en una de las entrevistas que ofreció hace unos días en Argentina cuando vino para la presentación de la exhibición René Burri, un mundo. Ha sido testigo de acontecimientos bélicos en todas las regiones, pero nunca ha expresado su denuncia hacia la guerra mediante un cuerpo muerto o sangre sino que siempre ha recurrido a otros métodos para conseguir ese objetivo. Para él, los vivos son quienes trasmiten de verdad el dolor.
La muestra reúne trabajos realizados desde 1945 y es una selección que supera las 350 obras. Es resultado de un minucioso trabajo que realizó el propio Burri junto al curador de la muestra, Hans-Michael Koetzle. Muchas de las imágenes son vintage, es decir, revelados de la época cuando fueron tomadas.
No es el primer paso de Burri por el país. A fines de los 70, llegó con la idea de fotografiar a los habitantes del campo, esos “gauchos argentinos tan bien descriptos en el libro Don Segundo Sombra”, según recuerda. En pleno proceso militar, prefirió abocarse a los gauchos, con cuyas imágenes hizo un gran collage.
Permite ver el interior de las personas porque se sale del personaje: a Pablo Picasso lo retrata desde un lugar muy íntimo, en su cotidianeidad; al arquitecto Le Corbusier con sus planos; a Akira Kurosawa mientras filma; a Alberto Giacometti junto a sus esculturas. También se puede ver a Ernesto Che Guevara derrotado, frotándose los ojos, incluso sonriendo, fuera de su imagen de guerrillero que todo lo puede. Henri Cartier-Bresson, su gran influencia y quien también está fotografiado, decía que había un instante decisivo para dar cuenta de toda la escena. Burri no está de acuerdo con él, trabaja en serie porque cree que al mismo episodio hay que descomponerlo en diferentes espacios, así es como pueden apreciarse secuencias de fotos de diferentes personajes y hechos.
Nadie se atreve a dudar de la vocación del artista, y menos aún cuando se cae en la cuenta de que este hombre tomó su primera foto a los 13 años: una instantánea del político inglés Winston Churchill subido a un auto descapotable en un acto callejero. Enseguida comenzó a trabajar para varios medios gráficos y se enroló desde muy joven en Magnum, la agencia creada por corresponsales de guerra en 1947, donde desarrolló la mayoría de su carrera.
Aunque él mismo no se cataloga como fotoperiodista -sólo como fotógrafo- no queda duda de que dejará huella en el periodismo gráfico. Es un archivo viviente de imágenes del mundo. Cubrió conflictos armados como los de Israel, Jordania y Palestina, la Guerra de Vietnam, así como la China comunista de Mao Tse Tung, la crisis del Canal de Suez y los movimientos de liberación socialista de América Latina, entre otros. Algunas de estas fotos son exhibidas sin epígrafe porque el propio Burri prefirió que cada espectador interprete sin influencias.
La calle, la gente, los trabajadores. La vida entera inmortalizada en el tiempo. Burri sabe manejar las emociones a través de una lente: el desastre después del desastre deja una emoción que dan ganas de estar en el lugar de lo sucedido. Las fotografías hablan por sí mismas y descubren las cosas que hay detrás de lo que se ve en la superficie.
Esta selección ya fue presentada en Cuba y México, y seguirá su ruta por Venezuela y Colombia. Puede visitarse hasta el 20 de abril en el Centro Cultural Borges (Viamonte y esquina San Martín).

1 comentario:

asiqueque dijo...

mirá vos q bien escribe la charino! nena qué bien tu blog, cuando quieras visitá el mio. besos y que siga bien.
hace mucho que vos y yo no tomamos un cortado, no te parece?