lunes, 22 de septiembre de 2008

Un payaso criollo que lleva su arte por las calles


Payaso: artista de circo que hace de gracioso, con trajes, ademanes, dichos y gestos apropiados. La definición no alcanza para determinar la labor de Juan Pablo Serantes, que incluye en su rutina malabares, títeres, zancos, magia y ventriloquía. “Yo soy un payaso criollo, hacer muchas cosas no significa ser clown, no sé qué es ser un clown”, asegura con modestia este vecino de San Fernando, quien, además, trabaja como mecánico naval en el taller de su padre porque con el dinero que le deja el teatro no le alcanza para vivir.
“Cuando mi mujer quedó embarazada tuve que abandonar todo lo que estaba haciendo y meterme de nuevo en el taller. De a poco dejé las funciones y los cursos. Volví a la calle cuando Carmela cumplió seis meses y no me voy a ir más, pero ya no puedo dedicarme solo a esto”, así resume su historia.
Juan Pablo no olvida que tomar el espacio público siempre fue un acto político: “En las puestas tenemos muy en cuenta lo que decimos, es teatro popular, nos jugamos por plantear algún mensaje y dejarlo para la reflexión”. Y entiende que incluso hoy, con la cultura delivery, salir a la calle para habitarla y no sólo para transitarla, es toda una declaración de principios: “Los actores callejeros llevamos el teatro a cuestas y llegamos a muchas más personas, igual todo es necesario”.
En sus primeras apariciones hacía títeres para adultos en bares: “Era un show subido de tono, a altas horas, cuando la gente estaba medio ebria, y funcionaba muy bien”. Ahora se lo puede ver robando sonrisas los fines de semana en la plaza Vicente López y Planes de Olivos con sus espectáculos “El show de Chicho” y “Pep de pop clown”.
Juan Pablo habla sin parar cuando explica sobre los encuentros que organizan en San Fernando los artistas de calle. “El año pasado vino gente de Rosario, Entre Ríos, Tucumán, Córdoba, y hasta de Bolivia y Perú. Ahora esperamos recibir todavía más gente, es que el teatro popular está muy afianzado”, dice, y agrega una anécdota que le resulta inolvidable: “De este modo viajé a México en 1994, estuvimos en el campamento zapatista y mientras íbamos desde Distrito Federal hasta Chiapas parábamos en las comunidades indígenas y hacíamos el circo”.
Pese a tener una modalidad extraña para el estreno (debuta con shows que no sabe y va entrenando en cada función), le gusta mantener los pies sobre la tierra: “Siempre me hago tiempo para seguir estudiando, porque como payaso me queda mucho por hacer”.